Lavando los dientes

Luisana me persuade todos los días a lavarme los dientes: detiene el paso, fija su mirada en mí, como si su dedo índice fuese un cepillo dental, simula pasarlo por sus pequeños y contados dientecitos, mientras sus ojos me dicen “papi, es hora de otro lavado”. En ese momento comienza nuestro ritual, que en ciertos días suele repetirse en un número mayor de veces a las que me había acostumbrado el “Doctor Muelitas”. Desde el lugar en donde estemos caminamos hacia el baño, mientras ella continua simulado que se cepilla los dientes con su índice. Cuando llegamos al destino la cargo y la siento justo al lado del lavabo, tomamos la pasta dental y la presionamos para untarla sobre el cepillo y juntos movemos el cepillo de un lado a otro y de arriba abajo por repetidas ocasiones.

Mientras lo hacemos miro su rostro y percibo una sensación de felicidad y aventura que la inunda, parecida a la satisfacción del deber cumplido, pero con un mayor brillo de amor en los ojos, que se abren, como su boca, manifestando asombro.

Hasta hoy no comprendía el verdadero significado de este momento, ni de qué lugar provenía tanta emoción por lavar mis dientes.

Hoy, algo me lo dijo.

Luisana no se emociona por el simple hecho de lavar mis dientes. Hoy pude notar la verdadera razón en su mirada. Luisana, en su inocencia, me está transmitiendo un mensaje de Dios. Ella está aquí para enseñarme, ayudarme y recordarme, cuantas veces sea necesario que debo tener mi boca limpia. Una boca limpia, para tener un alma limpia y un alma limpia hará que mi boca esté siempre limpia. Una boca limpia de juzgar a los demás y a mí mismo, de ofensas, de palabras de tristeza o desesperanza, de palabras de miedo o rencor. Porque si eso sale por mi boca, es eso lo que guardará mi alma y si eso guarda mi alma, eso es lo que saldrá por mi boca.

<Tal como piensa en su corazón, así es un hombre. Sobre toda cosa guardada, guarda su corazón>

Luisana quiere que su padre tenga una boca limpia, porque así lo quiere nuestro Padre. Me lo recuerda cuantas veces sea necesario y le agradezco que así sea.

Es un mensaje de Dios.

Deja un comentario