Con la tinta de esta pluma

A la mierda los flechazos

¡A la mierda los flechazos!

Solo quiero ser respetado.

Me he cansado de escuchar llamar a todos por mi nombre

-a una cita cualquiera, a un beso desechable, a cualquier mirada confundida, a orgasmos nómadas, al vacío que llenas de espuma, al clavo que sacó al otro, a las apariencias que engañan, al tiene que ser así, a las primeras vistas y a los últimos recursos –

y no utilizaré la fuerza para hacerme valorar, jamás.

Pero me he cansado. Y ahora me asilo en lugares poco habitados en donde sí me saben cuidar.

Quizá por lo mismo ya no me encuentran.

¿O me siguen buscando en sitios en dónde jamás he estado? ¡quién les dijo que me quedaría viviendo con las mariposas! Necesito siempre crecer. O quizá, simplemente, ya nadie me busca: es que toma tiempo, constancia, esfuerzo y decisión, los he escuchado decir. O les bastó con llamar por mi nombre a todo lo que no ES, ni será. ¡Pinche conformismo que me mata y los confunde!

¡y no tengo nada contra ellos, ni contra nadie!

Pues solo amo y nada se hacer más que eso, pero quiero ser respetado y no escuchar llamar por mi nombre -Santo nombre que me lo dio El Padre – a lugares no adecuados.

¿A dónde se fue el incondicional?, ¿El que de corazón perdona? ¿El que entrega la otra mejilla?, ¿El que la vida la da?

.

.

.

¡Se que no es tarea sencilla!

 

-El amor grita desesperado

Confinamiento

 

Nos cerraron la puerta.

 

La casa se llenó de espejos

y los reflejos comenzaron a acompañarnos sin permiso.

 

Los extremos y opuestos decidieron habitar entre nosotros:

gritos ensordecedores o desesperantes silencios,

exceso de compañía o la soledad de compañera,

muchas ganas de todo o el desgano le ganó a muchos.

 

Y no hubo otra opción que transitar la ruta, siempre cuesta arriba, que nos lleva a la casa del alma,

y volver a pisar aquel cuarto que habíamos olvidado por distraernos con el mundo.

Volver a recorrer esas habitaciones oscuras, de las que solíamos salir, sin siquiera mirar, por la prisa de la rutina.

Y asustarnos por las sombras, que no queríamos observar, para no hacernos cargo de transformarlas.

 

Y sumergirnos en el caos.

 

Ese bendito caos, siempre generador de milagros.

Aquel que no nos deja otra opción que la lucha por la reinvención como única forma de supervivencia.

Y así, volver a caminar por los olvidados pasillos de la casa del alma,

encendiendo, con mucho esfuerzo, la llama que todo lo puede, lo crea, lo sabe y lo transforma,

Gracias a la única energía capaz de acompañarnos en esta dura pero valiosa travesía,

La energía del amor.

Para volver al único lugar del que nunca nos debimos ir,

nosotros mismos.

E iluminar lo único que tenemos y seremos siempre dueños,

El sentido de nuestra vida.

 

Ahora estamos aquí,

para eso hemos venido.

A confinarnos.

A encontrarnos con nuestro interior para transformarnos.

 

Y solo así,

Podernos encontrar con el mundo.

 

Juicios

Hay tantos juicios sin juzgados,

caminando por las calles,

nacidos desde los pies de gente,

que otros zapatos no ha probado,

y que miran lo que ven

pero no viven lo que siente,

el que está siendo sentenciado,

sin siquiera estar presente,

por un juez que no ha vestido,

la piel del involucrado.

 

La próxima vez desde ese estrado,

mejor declárate incompetente,

y no seas el magistrado,

que ordene prisión para esa gente,

de la que ignoras sus memorias,

su pasado y su presente.

Besos pacientes

Descubrí que los besos nacen con nombre y apellido.

Que no caducan, no se pierden, no huyen, no olvidan

y que viven hasta llegar a la boca prometida.

 

Empecé a valorar la paciencia que tiene un beso

pues saben que solo existe un destino posible para ellos.

Esperan más de quince años, otros mundos, otros cuerpos,

conociendo en secreto que llegarán al lugar que les da vida,

El momento en que tu boca se hace una con la mía.

 

Y descubrí que hay besos que besan sin estar,

no precisan de un cuerpo y cuando llega su hora aprenden a volar:

seiscientos metros de ida y vuelta y regresar.

Para besarse sin estar presente,

intensamente aún estando ausente.

 

Aprendí que los besos nacen con forma única,

pues no encajan en otros labios que no sean los tuyos.

 

Que al cerrar los ojos sí es posible ver el color de un beso,

y yo que siempre vi negro, empecé a ver color futuro.

 

Que vienen con un mapa y los míos traen el de tu cuerpo,

y están borrándole sus límites, soñando conquistar cada uno de tus rincones.

 

Que nacen en la cantidad necesaria,

para llenar cada parte de ti, una y otra vez, por el resto de los días.

 

Y que los verdaderos, no solo te agitan el corazón,

sino que te hacen latir hasta el alma.

 

En fin, estos besos no se confundieron, no se prestaron, no se rindieron, no te olvidaron.

 

Estos besos pacientes, durmieron esperando el sonar de la única alarma que los despierta,

el sonido del latir que se escucha cuando mi corazón está junto al tuyo en un abrazo,

acercándose a los labios que les dan vida.

 

Y mis besos nacieron con tu nombre y apellido desde esa mañana en que por primera vez te vi llegar,

y han pasado ya más de seis mil noches de eso.

 

Estos besos pacientes, han soñado con poderte amar.

 

Tanto tiempo pasó, pero hoy, han visto el momento llegar.

Los milagros

Ya me había convencido de diez años de soledad.

Y había clausurado el corazón y prometido serle fiel a la razón.

Llené de polvo ciertos sueños que perdí el interés de cumplir,

y dejé de interesarme por los momentos que hacen al corazón latir.

En fin,

podía ser todo o podía ser nada,

podía ser eso o lo otro,

podía ser un minuto, un mes, un año

aquella u otra …

y todo daba igual …

Pero los milagros son así, suceden …

como cuando sanas después del dolor,

te salvas de caer al abismo,

como cuando vuelves a ver, a hablar, a caminar y hasta a bailar,

o frenas en el momento exacto antes de estrellarte contra la oscuridad profunda,

como cuando te llega un mensaje que te cambia la vida.

Así llegaste, como un milagro para cambiarlo todo.

Y darle velocidad a los latidos de este corazón,

para enseñarme la fuerza de las decisiones del alma,

iluminar el camino y enrumbar el destino

y para estrenar mis mejores sueños contigo.

Porque los milagros son así, suceden.

Como la primera vez que besé tu boca y todas las veces que lo repito,

como ver de cerca tus ojos después de quererme reflejar en ellos toda una vida,

como el calor de tu cuerpo junto al mío y la magia de recorrerlo,

como todo lo que eres y todo lo que das,

como coincidir …

Y es que coincidir también es un milagro,

bendito el calendario y que estemos en el mismo huso horario y llegar así, a la misma hora, al milagro que nos unió.

Así estás aquí, a mi lado,

como el milagro que quiero ver suceder todos los días de mi vida,

El de tu mano de mi mano

El de mi sonrisa por tu sonrisa

El de las mañanas de café

El de los días juntos sin fin

El de las mariposas azules

El de las noches lentas y sin prisa

El de lo nuevo y lo lindo de la vida.

Así estás aquí hoy,

Así estaremos allá mañana,

y pasado también.

Como un milagro que sucede,

el milagro que eres,

Y que me permite dar fe que los milagros existen.

Como tú y como yo,

y cómo un mensaje que cambia la vida.

Como este milagro,

el milagro más grande,

el milagro del amor.

Te quiero

 

En los días que no te hace falta el sol para brillar

y en las noches que no te quieres querer en la oscuridad.

 

En las mañanas enmarcadas de tu sonrisa al despertar

y en las que los pasos te pesan más al caminar.

 

Cuando sonríes,

y tus ojos iluminan de esperanza la vida

y cuando humedecen ríos tristes que viajan por tus mejillas.

 

Cuando eres fuerte, cuando no dudas, cuando resistes

y en el miedo, cuando te cansas, cuando no insistes.

 

Porque en ti duerme la dulzura que guardaste en tiempos de sin sabor,

Porque en ti veo el futuro de la esperanza y del amor.

 

Porque te quiero con todas las ganas de este querer,

que a pesar de la distancia no se deja vencer.

 

Aun cuando cuesta, cuando frustra, cuando ciega,

porque lo vale, porque me gusta, porque me lleva.

 

Te quiero y para eso, amor,

no hace falta nada más …

Que seas TÚ …

y yo …

y yo te quiero …

Lo que pido

No te pido tus noches, te pido tus mañanas,
Quiero construir en ellas de amor,
Nubes, un sol , montañas,
Quiero acompañarte en tu atardecer,
Con una flor, con este amor,
Y dejarte atesorado para el amanecer,
Un día soñado lleno de color.

No pido tu vida, pido tus sueños,
Pido estar en ellos encerrado,
Preso y sujeto quiero ser el dueño,
Y caminar por sus caminos enamorado.

No pido tus ojos, pido lo que ves,
Pido aquella luz que invade con colores,
También aquel paisaje, unas cuantas estrellas,
Aquella brisa llena de amores,
Pido estar en ti y contigo,
En un jardín donde crezcan nuestras flores.

No pido tu sonrisa, pido tus alegrías
Para ansioso compartir los sueños de tu vida,
Pido la caricia que invade aquel momento,
Quiero solo para mi,
Aquel gran arco iris de sentimientos.

No pido tu cuerpo, pido tu esencia,
Aquel brillo, aquellos pasos,
La intensidad de tu presencia,
La sensación de aquel abrazo,
La ternura de tus besos hechos míos,
Pido lo que tienes y puedes dar,
Lo que eres y puedes ser,
Quiero lo que te llena más que lo que plenamente te cubre,
Quiero lo que guardas aun más que lo que enseñas,
Pido lo que piensas, lo que amas, lo que olvidas,
Eso es lo que quiero, lo que sueño, lo que pido,
Para aquel segundo que tu amor decida juntar nuestros días,
Para aquella vez, aquel encuentro, aquel momento,
Sublime, incierto, intenso,
En el que el tiempo y tu destino,
Ambos eternamente confabulados,
Junten nuestros caminos.

2006

Una copa de vino

Mientras se acaba mi vino,
mientras bebo esta copa,
yo pienso si a lo lejos,
Esos versos aún te tocan.

Y te desnudan la conciencia
y te vuelves infinita
y escuchas el susurro
De mi alma que te grita.

Mientras se acaba mi vino,
mientras bebo esta copa
yo pregunto si mejor sería,
que la beba de tu boca.

Y que sea tu cuerpo el que me embriaga,
y te vuelvas infinita
y yo escuche el susurro
De tu alma que me grita.