¡A la mierda los flechazos!
Solo quiero ser respetado.
Me he cansado de escuchar llamar a todos por mi nombre
-a una cita cualquiera, a un beso desechable, a cualquier mirada confundida, a orgasmos nómadas, al vacío que llenas de espuma, al clavo que sacó al otro, a las apariencias que engañan, al tiene que ser así, a las primeras vistas y a los últimos recursos –
y no utilizaré la fuerza para hacerme valorar, jamás.
Pero me he cansado. Y ahora me asilo en lugares poco habitados en donde sí me saben cuidar.
Quizá por lo mismo ya no me encuentran.
¿O me siguen buscando en sitios en dónde jamás he estado? ¡quién les dijo que me quedaría viviendo con las mariposas! Necesito siempre crecer. O quizá, simplemente, ya nadie me busca: es que toma tiempo, constancia, esfuerzo y decisión, los he escuchado decir. O les bastó con llamar por mi nombre a todo lo que no ES, ni será. ¡Pinche conformismo que me mata y los confunde!
¡y no tengo nada contra ellos, ni contra nadie!
Pues solo amo y nada se hacer más que eso, pero quiero ser respetado y no escuchar llamar por mi nombre -Santo nombre que me lo dio El Padre – a lugares no adecuados.
¿A dónde se fue el incondicional?, ¿El que de corazón perdona? ¿El que entrega la otra mejilla?, ¿El que la vida la da?
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¡Se que no es tarea sencilla!
-El amor grita desesperado